En un mundo que se torna cada vez más banal y conocido, lo que parece
enigmático llama la atención de inmediato. Nunca deje demasiado en claro que es
lo que hace o está por hacer ¡No muestre todas sus cartas! Un cierto aire de
misterio realza su presencia. Además, crea expectativas: todo el mundo le prestará
atención, para ver qué es lo que sucede a continuación. El mundo se ha vuelto
tan conocido, y sus habitantes, tan predecibles, que aquello que se envuelve en
un misterio casi siempre ocupan el centro del escenario y atrae nuestra mirada.
Existen momentos en que se debe postergarse la necesidad de llamar la atención,
cuando lo menos deseable es generar escandalo o notoriedad. En este caso ser el
centro de atención no es lo que puede resultar más conveniente. Lo misterioso
invita a interpretaciones distintas, estimula nuestra imaginación, nos seduce
hasta hacernos creer que oculta algo maravilloso. Alguien dijo que: “Lo que no
se alcanza a comprender se explica mediante mitos y espíritus”. El misterio que
se entreteje en su actitud cotidiana de forma sutil encierra fascinación y
llama mucho la atención en los demás. Muéstrese reticente, guarde silencio, actúe
diferente. Después, las personas que lo rodean magnificarán esa aura, al tratar
constantemente de interpretarlo.