viernes, 29 de diciembre de 2017

Impredecible


El ser humano es hijo del hàbito y tiene una necesidad insaciable de sentirse familiarizado con las actitudes de quienes lo rodean. Si usted se muestra predecible, confiere a los demás la sensación de tener cierto control sobre usted. Invierta los papeles: muéstrese deliberadamente impredecible. Las actitudes que en apariencia carecen de coherencia o propósito desconcertarán a los demás, que se agotarán tratando de explicarse sus movimientos y acciones. Pablo Picasso dijo en cierta oportunidad: “El mejor cálculo es la ausencia de cálculo. Una vez que ha logrado cierto nivel de reconocimiento, los demás, por lo general, piensan que si usted hace algo es por alguna razón inteligente. De modo que es necio planificar con demasiada exactitud qué es lo que va a hacer. Es mucho mejor actuar caprichosamente”. Nada resulta más aterrador que lo repentino y lo impredecible. Es por eso que nos asustamos tanto frente a un terremoto o a un tornado: no sabemos cuándo nos va a golpear. Después de que pasaron, esperamos, aterrados, a que llegue el próximo. En menor grado, el comportamiento humano impredecible produce el mismo efecto. Los animales se comportan de acuerdo con esquemas previsibles, lo cual permite cazarlos y matarlos. Solo el ser humano tiene la capacidad de modificar de manera consciente su comportamiento, improvisar y superar el peso del hàbito y la rutina. Si usted modifica sus esquemas día a día, causará una conmoción a su alrededor y estimulará el interés de los demás. La gente hablara de usted y estará constantemente en los pensamientos de muchos.