Es natural, en cualquier organización, emplear a los amigos cuando
uno se encuentra en apuros. El mundo es un lugar duro y los amigos suavizan esa
crudeza. Además ¡Uno los conoce bien! ¿Por qué depender de un extraño cuando se
tiene a mano un amigo? El problema es que, a menudo, no se conoce a los amigos
tan bien como uno cree. Los amigos suelen coincidir con nosotros a fin de
evitar discusiones. Entre amigos se suelen disimular los rasgos desagradables,
para evitar molestar u ofenderse. Los amigos son los que más celebran nuestros
chistes. Cuando usted decide emplear a un amigo, poco a poco va descubriendo
facetas que esa persona mantenía cuidadosamente ocultas. Lo extraño es que es
un acto de generosidad para con sus amigos lo que desestabiliza la relación.
Usted fue elegido por ser un amigo y no necesariamente por sus méritos propios.
El problema de emplear a un amigo es que esa amistad limitará en forma
inevitable su jerarquía. Rara vez ocurre que el amigo sea a la vez todo lo
capaz que usted necesitaría. Y, a la larga, la capacidad y la competencia son
mucho más importantes que los sentimientos de amistad. Todas las situaciones
laborales exigen una cierta distancia entre la gente que participa en ellas.
Usted está tratando de trabajar, no de hacer amigos. Conserve a sus amigos para
vivir una relación de amistad, pero trabaje con los más capaces y competentes. El
problema de trabajar con amigos es que se confunden los límites y las
distancias que una actividad laboral requiere. Pero si ambas partes del arreglo
comprenden con claridad los riesgos que la relación entraña, un amigo puede
llegar a ser un empleado muy eficiente.