jueves, 14 de diciembre de 2017

Ya verè


En la corte de Luis XIV, los nobles y los ministros pasaban días y noches enteros debatiendo temas de Estado. Consultaban, discutían, hacían y rompían todo tipo de alianzas, y volvían a discutir hasta que al fin llegaba el momento crucial, dos de ellos eran elegidos para presentar al rey las dos posturas opuestas para que luego el soberano optara por una. Una vez elegidas estas personas, abordaban a Luis XIV –siempre de forma delicada y comedida- y cuando este les prestaba atención presentaban el tema en cuestión explayándose sobre las distintas opciones. Luis XIV solía escuchar en silencio, con expresión enigmática. Cuando, ya finalizaba la exposición, los emisarios preguntaban cuál era su opinión, el rey los miraba y les decía: “Ya veré”, y se retiraba. Los ministros y cortesanos no volvían a oírle una palabra más sobre el tema; simplemente veían el resultado, semanas después, cuando el soberano tomaba una decisión y actuaba en consecuencia. Jamás se molestaba en volver a consultarles sobre el asunto. Su famoso “Ya veré” aplicaba a todo tipo de preguntas y pedidos. Nadie sabía con exactitud cuál era su posición ni podía predecir sus reacciones. Nadie podía intentar engañarlo diciéndole lo que creía que él quería oír, ya que nadie sabía que era lo que deseaba oír.