viernes, 28 de abril de 2017

Un mensaje a Garcìa


Al estallar la guerra entre EEUU y España en 1898 era indispensable entenderse con toda urgencia con el general García, jefe de los revolucionarios de Cuba. García, estaba emboscado en las asperezas de las montañas; nadie sabía dónde. Ninguna comunicación le podía llegar ni por correo ni por telégrafo, y no obstante era preciso que el presidente de los Estados Unidos se comunicara con él. ¿Qué hacer? Alguien dijo al presidente: “Si es posible encontrar a García, conozco a un tal Roan que lo hará”. Buscaron a Roan y se le entregó la carta para García. Roan tomó la carta y la guardó en una bolsa impermeable, sobre su pecho, cerca del corazón. Al cuarto día saltó de la sencilla canoa que lo había conducido a la costa de Cuba. Desapareció por entre los juncales y después de tres semanas se presentó al otro lado de la isla. Después de atravesar a pie un país hostil, entregó a García el mensaje del que era portador. Cuando Rowan tomó la carta que debía entregar nunca preguntó: “¿Quién es García? ¿Dónde está ese tal García? ¿Por dónde me voy a ir? ¿Esto será fácil?, ¿no traerá peligros este oficio? ¿Pagan extras? ¿Y si no lo encuentro? ¿Y por qué debo ir yo? O tal vez aclararía para desistir: ¡Yo solo puedo de lunes a viernes de 9 am a 3 pm! ¡La verdad, mejor que vaya otro!”