Federico compartía
un departamento con su amiga Carla. Un día, Federico invita a su madre a cenar
a su departamento y su madre no pudo quitar su atención en Carla. Durante mucho
tiempo ella había tenido sospechas de que su hijo se acostaba con Carla. Leyendo
a su madre el pensamiento Federico le dijo: – “Mamá, sé lo que estás pensando,
pero te aseguro que Carla y yo sólo somos compañeros de departamento”. Días después,
Carla le comenta a Federico que desde el día en que su madre vino a cenar, no
encontraba el cucharón grande de plata para servir la sopa. Federico fue a casa
de su madre a consultarle y como no la encontró le dejo una nota en la mesa:
“Querida mamá: No estoy diciendo que tú tomaras el cucharón de plata pero
tampoco estoy diciendo que no lo hicieras, pero el hecho es que éste ha
desaparecido desde que tu viniste a cenar a mi departamento. Con todo cariño,
Federico”. Unos días más tarde, sobre su escritorio Federico encuentra una nota
de su madre que decía: “Querido hijo: No estoy diciéndote que te acuestas con
Carla o que no te acuestas con Carla, pero el hecho es que si Carla se acostara
en su propia cama, ya habría encontrado el cucharón de plata para servir sopa,
que yo puse bajo sus sábanas. Con todo cariño, Mamá.”