miércoles, 21 de junio de 2017

Dominio propio


Un día escuché decir que existen dos ocasiones donde debes aprender a mantener tu boca cerrada: cuando estás buceando y cuando estas molesto. Y es aquí en donde se demuestra la madurez de una persona tal y como lo expresa el apóstol Santiago cuando dijo: “¿Quién, entonces, es una persona madura? Solo quien es capaz de dominar su lengua y de dominarse a sí mismo”. En la mayoría de los casos la ira es un pecado, que casi siempre adiciona otro pecado: la falta de dominio de la lengua, la cual abre la puerta a todo tipo de palabras ofensivas como el sarcasmo, el chisme y la maledicencia. “Como ciudad sin defensa y sin murallas, decía Salomón, es quien no sabe dominarse”. Dominarse requiere firmeza para mantener nuestros pensamientos bajo control. Esto es posible según el apóstol Pablo cuando dice: “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. El que domina su cólera ¡Domina a su peor enemigo! Se controla a sí mismo y a sus emociones y no permite que estas últimas le controlen. “El que domina a los otros es fuerte; decía Lao Tsè, el que se domina a sí mismo es poderoso”. Así como los dueños de una propiedad establecen límites visibles en sus terrenos, también los seres humanos deben establecer límites de respeto hacia las vidas de los demás. Sin embargo, siempre hay algunos, que sin autorización, ingresan a la propiedad de tu ser y quieren sacarte de balance. Recuerda que son empleados del propósito de Dios para tu vida. Resístelos con la recomendación del apóstol Santiago: “Todo hombre debe ser pronto para oír, tardo para hablar y tardo para airarse”.