Lord Byron dijo: “Cuando la edad enfría la sangre y los placeres
son cosa del pasado, el recuerdo más querido sigue siendo el último, y nuestra evocación
más dulce, la del primer beso”. Recuerdo que reíamos mientras nos abrazábamos,
y entonces me quise acomodar, pero quitándose toda la vergüenza de encima, lo
hizo: ¡Me besó! Quizás fue algo torpe y bastante inesperado aquello, pero ese “simple”
y rápido tacto me hizo sentir un torbellino de emociones. Ese fue nuestro
primer beso, de segundos, con torpeza y mágico como pocas cosas en la vida. “La
decisión del primer beso es la más crucial en cualquier historia de amor, decía
Emil Ludwig, porque contiene dentro de sí la rendición”. Y me besó. Fue el tipo
de beso que nunca podría hablar en voz alta con mis amigos. Fue el tipo de beso
que me hizo saber que nunca había sido tan feliz en toda mi vida. Me miró
fijamente a los ojos y me dijo: -Lo mío fue un acto de justicia: Te robé un
beso porque tú llevabas meses robándome el sueño. Lo mejor de ese, primer beso
fue justo el segundo antes, cuando me miró a los ojos y me dejó sin respiración.
Bernhardt decía que “El primer beso no se da con la boca, sino con los ojos”.
No puedo olvidar ese primer beso… aún tengo el sabor a felicidad en mis labios.