He aprendido de la vida que por cada puesta de sol, hay un día que
surge. Por cada sueño que termina, uno nace. Por cada puerta que se cierra, una
se abre. Por cada amor que termina, otro comienza. Para cada final hay un nuevo
comienzo. Para cada partida hay una llegada. Por cada derrota hay una revancha.
La esperanza es lo que hace que sigas respirando, aun cuando la presión de una
vida te esté asfixiando. Un ancla que te mantiene firme y afincado cuando
llegan las tormentas de la vida. Decía Julio Cortázar que “Probablemente de
todos nuestros sentimientos el único que no es verdaderamente nuestro es la
esperanza. La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma
defendiéndose”. Es un estímulo de la vida mucho más grande que cualquier
felicidad. Una luz que nos guía y una fuerza que nos empuja. Por eso a la hora
de la adversidad no pierdas la esperanza. Porque la lluvia cristalina cae de
nubes negras. ¡Mantén la esperanza! Ella es la que ilumina el camino hacia tus
metas. Aun por muy fuerte que parezca la tormenta, debes estar seguro que todo
va a terminar. Nunca pierdas la esperanza… los milagros pasan todos los días.
No sabes ni cómo ni cuándo, pero sucederá en su momento y será hermoso. Y
entonces un día te das cuenta que todo comienza de nuevo… y la sonrisa vuelve a
ser la dueña de tu vida.