Algunas personas pueden sentir la lluvia. Otras, simplemente se
mojan. Cualquiera que diga que la
felicidad la trae el sol, nunca ha bailado bajo la lluvia. Y es que la lluvia
tiene su magia, un “no sé qué” y su sonido no necesita traducción. El secreto
de los días de lluvia es saber musicalizarlos. ¿Me concedes esta lluvia para
besarte? Tú y yo, un beso bajo la lluvia, piénsalo. ¡Sonreíste! ¡Me gusta que
la gente sonría cuando llueve! La risa es como los limpios parabrisas. Nos
permite avanzar, aunque no detenga la lluvia. Todo el mundo quiere felicidad,
nadie quiere angustia. Pero no puede haber arcoíris sin un poco de lluvia y
aquella persona que baile contigo bajo la lluvia, será la que camine contigo bajo
la tormenta. Porque la vida no se trata de esperar que pase la tormenta, se
trata de aprender a bailar bajo la lluvia. Porque la lluvia no solo moja,
también pinta los cielos. Cada gota que cae, es una caricia que llega del cielo
aunque ellas se destrozan contra el suelo. La lluvia atrapa los recuerdos, los
hace nuestros hasta el fin. Al verla caer no ves agua, solo momentos que
viviste y que quieres que vuelvan a ser. Alguien dijo que la lluvia también
lava todas las heridas del alma por eso amo caminar bajo la lluvia porque nadie
sabe que estoy llorando… ¿Lo único que no me gusta de la lluvia? Es que no estás
aquí…