Puedes controlar a un perro con alimento, a la gente con dinero,
pero no puedes hacerlo con un lobo. El tigre y el león podrán ser los más
fuertes, pero el lobo no actúa en el circo. El lobo se pasa sus días solo con
su sombra, sin embargo acude al llamado de ayuda y siempre deja su marca. Sabe
que el camino hacia cualquier triunfo está lleno de derrotas… Gane o pierda
sigue en batalla, sigue de pie y lo más importante: ¡Sin miedo! Un lobo sabe
que se necesita mucha soledad para dar valor a la compañía, mucha tristeza para
disfrutar de los momentos felices y muchas decepciones para no fiarse de nadie.
Hermann Hesse decía que: “Cuando un hombre está muy triste se parece siempre un
poco a un animal; es más justo y más hermoso que nunca”. Me siento como el lobo solitario que empezó a
ver oscura la noche cuando después de aullar a la luna, descubrió que no
brillaba para El. ¡Muchos dicen que soy malo! El lobo siempre será malo si solo
escuchamos a Caperucita. Sin embargo, tranquilamente, voy a soportar
silenciosamente, voy a sufrir pacientemente, voy a esperar porque soy un
guerrero y voy a sobrevivir. No es la primera vez que caigo y ¡Siempre me he
levantado! Me han herido muchas veces ¡Pero aún estoy vivo! Estoy dispuesto a
una vida solitaria si ese es mi destino. A ser mi propia manada porque no
necesito a nadie más. A veces no nos queda otra que errar sin ningún motivo
hacia un destino incierto, vacíos por dentro…