La mujer madura es un fruto en su plenitud, con un sabor tan exquisito que
solo lo disfrutan quienes lo saben paladear, con una experimentada textura en
el alma para quienes la sepan explorar, con una suavidad en una fortaleza que
solo la edad le da y una capacidad de amar que solamente es… para los
afortunados que la saben despertar. Una mujer madura sabe lo que realmente quiere… Se conoce lo suficiente a sí
misma para saber dónde… cuando… cómo y con quien realizar algo… sin importar el
qué dirán y… aún muchas veces por encima de la opinión de los demás…
Velásquez dijo en una ocasión: “Mujeres maduras, sus pies han caminado
mucho, demasiado diría yo. Han soportado partos, hombres alcohólicos, divorcios,
oportunistas sexuales, maltratos, discriminaciones. No obstante, son muy
afortunadas. Han recorrido todo ese camino y además de mantenerse intactas y
sensuales, han aprendido mucho de la vida”. Cuando una mujer madura se mira al
espejo, ya no busca a la mujer que fue, sonríe a la que ahora es y se alegra
del camino andado. Sabe madurar con dignidad, se siente hermosa por dentro y
por fuera, toma las riendas de su vida y sabe adaptarse a los cambios. ¡Un
brindis por esas mujeres maduras que roban más miradas que una joven!