El día que naces, no sabes hablar, crecemos aprendiendo, palabras que nos guiarán. El camino es muy
largo, y tenemos que saber, que hay palabras, dolorosas que nos pueden perder. Palabras
emocionantes, que te suben la moral, palabras delicadas, que te pueden dañar. Algunas
son tan frágiles, que te pueden romper, otras son destructivas, que te hacen
desaparecer. Pero hay palabras dañinas, que se quedan en tu interior, aquellas que si las dices, pierdes tú condición. Condición de ser
persona, que sabe escuchar, para poder pensar, que si a ti te duele imagínate a los demás. No
uses malas palabras cuando estés de mal humor. Porque vas a tener muchas
oportunidades de cambiar tu mal humor, pero nunca vas a tener una
oportunidad de remplazar las palabras
que tu dijiste. Una palabra dañina que digas a alguien le romperá el corazón
una vez, pero el recuerdo de lo que dijiste se lo romperá mil veces… Aunque la
lengua no tiene huesos, es lo suficientemente fuerte para romper un corazón.
Por eso ¡Ten cuidado con lo que digas! Malos hábitos nos cierran las puertas.
Lo que tenemos que hacer es abrirlas a base de prestar mayor atención a lo que
hacemos… y decimos!