viernes, 2 de junio de 2017

Todo pasa porque tiene que pasar


Imagina que algo catastrófico, que no desearías que te suceda… te pase. ¿Qué harías? ¿Te lamentarías el resto de tu vida? ¿Le echarías la culpa a alguien? ¿A las circunstancias? ¿A tu mala suerte? Coincido con Víctor Frankl que “La última de nuestras libertades humanas es decidir cuál será nuestra actitud en cualquier circunstancia”. Todo depende de la perspectiva con que lo miremos y de nuestra actitud hacia estos sucesos. Es verdad que Dios decide por lo que vamos a pasar pero nosotros decidimos ¡cómo pasar por ahí! No dejes que los acontecimientos negativos que sucedan en tu vida te derrumben. Siéntate a pensar en cómo convertirlos en positivos y sal adelante. No te preguntes ¿Por qué me sucedió esto a mí? La pregunta correcta debería ser ¿Para qué me sucedió esto a mí? Recuerda que todas las cosas pasan porque tienen que pasar. Todo en nuestra vida está relacionado con aprendizajes y con vivencias. Todo lo que nos ocurre es necesario para algo, para que aprendamos algo, para que experimentemos algo, o para permitir que otras cosas mejores nos sucedan más adelante. Tarde o temprano las cosas se aclararán y entonces podremos comprender cuál era la necesidad de que las cosas ocurrieran en el pasado como ocurrieron.