Alguien dijo que las mejores historias de amor terminan en tres
puntos suspensivos… “Pudo el amor ser un nudo, decía Homero Expósito, mas dudo
que pudo luchando vencer. Una casa era pobre, otra rica. Facilmente se explica
que no pudo ser”. ¡Nunca pudo ser! Si tenían la seguridad les faltaba la
ocasión. Si tenían la ocasión les faltaba la seguridad. ¿Sabes cual era el
problema? Buscaron recuerdos viejos en personas nuevas. Y aprendieron juntos
que en el amor el “nunca más” NUNCA se cumple y el “para siempre” SIEMPRE
termina. Tal vez lo suyo era conocerse, pero no estar juntos. Carrol dijo que:
“Si así fue, así pudo ser, si así fuera, así podría ser, pero como no es, no
es. Es cuestión de lógica.” Y se alejaron, así sin más; les hubiese gustado enojarse,
pelearse y con eso tener una razón, pero no, se alejaron queriendo convertirse
en tres puntos suspensivos… Acordaron volver a verse cuando el destino tuviese
ganas de juntarlos. Y mientras se despedían se escuchaba a lo lejos una tonada:
“En un beso va el alma y en mi alma está el beso que no pudo ser”. No fueron,
ni son, ni serán. Porque para ser hay que estar y no quisieron, ni ser, ni estar,
ni querer. “Nos envejece más la cobardía que el tiempo, dijo Cabral, los años
solo arrugan la piel pero el miedo arruga el alma”. Érase una vez tres puntos
suspensivos… el silencio se llevó uno, la distancia se llevó otro.