Querido hijo: Te escribo estas líneas para que sepas que estoy
viva. Te escribo lentamente porque sé que no sabes leer de prisa. Si recibes
esta carta es porque te llegó, si no, avísame y te la mando de nuevo. Tu padre consiguió
un trabajo muy bueno; tiene 500 personas bajo su cargo… cuida el cementerio del
pueblo. No vas a reconocer la casa cuando vengas, porque nos mudamos. ¿Sabes?
finalmente enterramos a tu abuelo, encontramos el cadáver ahora con todo esto
de la mudanza, estaba en el armario, desde ese día que ganó jugando al
escondite. El otro día tu hermano José cerró el coche con seguro y dejó las
llaves dentro. Tuvo que volver a casa para buscar el duplicado y poder así
sacarnos a todos. La verdad es que ese día no la pasamos muy bien porque cuando
veníamos bajando las escaleras eléctricas en el Centro Comercial, de repente se
ha ido la luz, por lo que nos quedamos 4 horas varados hasta que regresó. Tienes
que escribirnos contándonos cómo te va con tu nueva novia extranjera; no sabes
cómo nos pusimos de contentos cuando nos enteramos que estabas en cama con
Hepatitis, ¿Es acaso griega? Pues no nos lo aclaraste. Bueno, hijo, no escribo
el remitente porque no sé la dirección nueva. La última familia que vivió en
esta casa se llevó los números para no tener que cambiar dirección.
Atentamente, Tu madre que te ama, YO
(Jesusa López Hernández).
PDT: Te iba a mandar 100 pesos, pero ya cerré el sobre.