La mujer que se respeta es atractiva, no “caliente”. Es accesible,
no “fácil”. Es enamorada y no “si a todo”.
La mujer que se respeta no se avergüenza de decir NO y jamás
arriesga una amistad por una aventura.
La mujer que se respeta se toma fotos con la ropa puesta y sabe que
no es necesario un escote abierto para dejar a un hombre sin aliento.
La mujer que se respeta nunca pone en riesgo su dignidad por nada
ni nadie.
La mujer que se respeta no es plato de segunda mesa y no se mete
con hombres casados.
La mujer que se respeta no le anda hablando bonito a cualquier, no
mendiga amor, ni persigue hombres.
La mujer que se respeta no se humilla por ningún tipo de
sentimiento por grande que sea el cariño.
La mujer que se respeta no necesita a nadie que no la necesite a
ella.
La mujer que se respeta prefiere estar sola a estar con cualquiera
que no vale la pena.
La mujer que se respeta sabe lo que quiere y a quien quiere y si
algo de su vida no le sirve, simplemente lo desecha.
Entonces… Si la mujer precavida vale por dos ¡La mujer que se
respeta vale por tres!