¡Y de repente todo estalló! En octubre de 1929 la Bolsa de Valores
de Wall Street, en Nueva York, EEUU, comenzaba a padecer la caída más terrible
de su historia. Y se iniciaba así lo que los historiadores llaman “La Gran
Depresión”. Luego de esta jornada, el pánico y la desesperación se apoderaron
de los comerciantes, los empresarios, los banqueros y los financistas. La
crisis duró una década en la cual muchas empresas cerraron y se acentuó la
desigualdad social. Aumentaron las tasas de desempleo, así como la inseguridad
y criminalidad. Hoy también atravesamos una crisis pronunciada en la “Bolsa de
Valores” de la sociedad. Allí, bajó el precio de la Honestidad, del Respeto, de
la Solidaridad y de la Mansedumbre. La confusión reina, imperturbable ella. A
lo malo llaman bueno y a lo bueno, malo. Todo es relativo. Todo es inmediato.
Todo es subjetivo… Conocida como “Crac”, la crisis de 1929 y años subsiguientes
se asemeja a nuestros días… Crac, crac, crac… Este mundo cruje por todos lados.
Está roto, quebrado, caído. Y el futuro que se avecina no es, precisamente, alentador:
Miles de refugiados; calentamiento global, con sus terribles consecuencias;
interminables guerrillas civiles internas en diversos países, el auge de
enfermedades falta de comida, escasez de agua. Por tanto, cuida e invierte bien
tu dinero, trabaja por Él. Y no sacrifiques otros valores, o salud, u horas de
sueño, o tiempo para pasar con tu familia. Mantén en alto los valores que
aprendiste en la Biblia; nunca negocies sus principios.