“Quenanías era el director musical de los
levitas. Como él era tan talentoso y experto, estaba encargado de dirigir y
coordinar a todos los músicos” (1 Crónicas 15: 22). Podría ser considerado un
pequeño personaje bíblico el cual aparece solamente dos veces en toda la
Biblia. Parece muy poco, ¿Verdad? Pero la descripción que se da de él es
inversamente proporcional al número de apariciones. Lo que se dice de él
debería poder decirse de todos los que estudian, trabajan y tiene parte en la
función musical de la iglesia. Quenanías dirigía el canto porque era hábil,
diestro y entendido y sabía mucho de música. Servía como maestro de canto entre
los cantores (1 Crónicas 15: 27) en la época de David y sin dudas era muy
conocido, ya que era el principal entre los levitas en materia de música, y
fungía como maestro y director. La música es un don de Dios y tiene gran
importancia en el crecimiento espiritual propio y en la misión de salvar almas
del pecado. La música y el canto son uno de los medios más eficaces para grabar
en el corazón las verdades espirituales. A través de ellas, las tentaciones
pierden su poder y la vida adquiere renovado significado y propósito, y se imparte
valor y alegría a otras almas.