lunes, 6 de enero de 2020

Hay besos de besos

La Biblia menciona el acto de besar en innumerables ocasiones. Y no siempre esta acción tiene la misma connotación y consecuencia. Por ejemplo: 1) El beso de la emoción. “Luego José besó a todos sus hermanos y lloró con ellos; fue en ese momento cuando sus hermanos se atrevieron a hablarle” (Génesis 45: 15) Sin duda, más allá de la traición de hacía más de una década, José se conmovió al ver a sus hermanos. 2) El beso de la traición: “Pero Jesús le dijo: «¡Judas! ¿Con un beso me traicionas a mí, el Hijo del hombre?” (Lucas 22: 48) ¡Qué triste final para este discípulo de Jesús! cuyo beso selló su futuro y el del Maestro de Galilea. 3) El beso de la pasión. “¡Ay, amado mío, ¡cómo deseo que me beses! Prefiero tus caricias, más que el vino;” (Cantares 1: 2). En este romántico libro, se describe el amor santo como un don maravillo de Dios. 4) El beso de la adoración. “Luego Jesús miró a la mujer y le dijo a Simón: —¿Ves a esta mujer? Cuando entré en tu casa, tú no me diste agua para lavarme los pies. Ella, en cambio, me los ha lavado con sus lágrimas y los ha secado con sus cabellos. Tú no me saludaste con un beso. Ella, en cambio, desde que llegué a tu casa no ha dejado de besarme los pies”. (Lucas 7: 44 – 45). María, en un acto de desprendimiento puro, ofrendó un caro perfume y besó los pies de Jesús en señal de respeto, adoración y reconocimiento.