El 10 de marzo de 1876 Alexander Graham Bell realizó exitosamente
su primera prueba de comunicación por medio de un teléfono, algo que cambiaría
nuestra vida para siempre. En octubre de ese año realizó una prueba mediante un
alambre tendido entre Cambridge y Boston. Para 1886 más de 150 mil personas en
los EEUU tenía un teléfono. Comunicarse es maravilloso, crea vínculos y los
mejora; acorta las distancias y mitiga nuestra soledad. Pero más allá de las
satisfacciones que nos pude producir la comunicación humana, no existe
privilegio más grande que la comunicación con Dios. Una de las partes de esa
comunicación es el estudio de la Biblia en donde Dios nos habla y otra es la
oración en donde nosotros hablamos a Dios. Haz un inventario de como usas el
tiempo. Registra las horas que inviertes en miles de actividades y los minutos
diarios que dedicas a comunicarte con el Señor. Necesitamos apropiarnos más de
este vital beneficio de abrir el corazón a Dios como a un amigo. Los grandes
milagros que esperas en tu vida, los elevados logros que sueñas conseguir, los
lejanos objetivos que anhelas cumplir, todos estarán más cerca de ti cuando te dispongas
a escuchar la voz de Dios. No necesitas tener un teléfono inteligente ni bajar
aplicaciones para entrar en contacto con el Dios del cielo. Solo debes bajar tu
cabeza, doblar tus rodillas y abrir tu corazón.