La misión espacial de la NASA está plagada de accidentes fatales.
Tal es el caso del transbordador espacial Columbia el cual se desintegró en febrero
del 2003 a su reingreso a la atmósfera terrestre, matando a los siete
tripulantes. Los problemas del Columbia no comenzaron con el regreso a la
Tierra, sino después de su despegue cuando una pieza de aislamiento de espuma
se desprendió en el lanzamiento, golpeando el ala izquierda. Durante
lanzamientos anteriores habían ocurrido daños menores por desprendimiento de
espuma. Los responsables del programa desoyeron las advertencias de los
ingenieros acerca de las consecuencias nefastas que ese mínimo accidente podía
tener para el transbordador. Después de todo, ¡Solo era un trozo de espuma para
aislamiento! Muchas veces hacemos oídos sordos a quienes sabiamente tratan de
aconsejarnos y consideramos de poca importancia algunos “detalles” que dejamos
pasar por alto. Un pequeño detalle costó la vida de siete personas. “El necio
cree que lo que hace está bien, pero el sabio escucha consejos”. (Proverbios
12: 15) Decide escuchar a quienes están verdaderamente preocupados por ti. Es
una lástima que la única manera de demostrarle a una persona que está
equivocada es dejarle que se salga con la suya.