martes, 21 de enero de 2020

Dios se revela al hombre

De una manera gradual y desde la creación de todas las cosas, Dios ha revelado su ley divina al ser humano. Primero fue escrita en la naturaleza: “El cielo azul nos habla de la grandeza de Dios y revela la obra de sus manos” (Salmos 19: 1). Luego fue escrita en la conciencia del hombre, el cual, aunque afirme su desconocimiento: “Demuestra que en su mente está escrito lo que está bien y lo que está mal, así como dice la ley, y su conciencia les sirve de testigo. Sus razonamientos los condenan o los defienden porque cuando hacen lo malo tienen remordimientos y cuando hacen el bien saben que hacen bien y no se sienten culpables” (Romanos 2: 15). Después sus principios fundamentales fueron escritos sobre tablas de piedra (Éxodo 24: 12). A su debido tiempo Jesús apareció como la encarnación perfecta de la verdad la cual Él ilustró en su propia vida sin pecado: “Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios…” (Juan 1: 14). Más tarde vinieron todas las Escrituras, la edición escrita más amplia y completa: “Todo lo que está escrito en la Biblia es para enseñarnos. Lo que ella nos dice nos ayuda a tener ánimo y paciencia, y nos da seguridad en lo que hemos creído” (Romanos 15: 4). Era el propósito de Dios que su ley también fuera escrita en el corazón de su pueblo (hebreos 8: 10) y que sus preceptos pudieran ser “leídos” en su vida exterior: “Todos pueden ver claramente el bien que Cristo ha hecho en la vida de ustedes... Es evidente que son una carta de Cristo… Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos… a la vista de todos los que la quieran leer”.