Cuando amas a una mujer, la amas como es y no como tú quieres que
sea. No tratas de cambiar su forma de ser, no la analizas ni esperas más de lo
que puede darte. Enamorarse es amar las similitudes pero amar es enamorarse de
las diferencias. Si verdaderamente amas a una mujer nunca la dejarás, aún haya
mil motivos para rendirse, siempre encontrarás una razón para quedarte. Cuando
amas a una mujer marcada por su pasado, requieres de mucho valor, y debes
entender que aunque tenga su carácter fuerte, ella es de buen corazón.
Necesitas de mucho amor para curar sus heridas y desilusiones. Debes ser muy
inteligente porque ella se ha vuelto tan madura, tan experimentada que ya no
cree en lo que le dices, si no en lo que estés dispuesto a hacer por ella. Puede
que no seas su primero o su último. Ella amó antes y ella puede amar de nuevo. ¡Lo
importante es que te puede amar ahora! Cuando amas a una mujer te aferras a
ella y le das lo más que puedas. Ella te corresponde haciéndote pensar las
cosas dos veces, admite que eres humano y que cometes errores. Cuando amas a
una mujer aprendes que es posible que ella no piense en ti cada segundo del día,
pero te da una parte de ella que puede romperse… su corazón. Cuando amas a una
mujer sonríes cuando te hace feliz, le haces saber cuándo estás enojado y la extrañas
cuando no está…