La vida es una gran viajera buscando ampliar sus horizontes. Por
eso todo lo que ella abarca, incluido el ser humano, está siempre en camino.
Cada cual anda sus pasos, y entre todos, la hacemos avanzar. Cada día es una
serie de conflictos entre el camino correcto y el camino fácil. Contempla cada
camino de cerca, entonces hazte esta pregunta crucial: ¿Me lleva el corazón por
esta ruta? Si lo hace, entonces el camino es bueno. Si no es así es inútil.
Cuando quieres ir de corazón a corazón hay rutas, que aunque no son fáciles,
son preciosas. Como el camino del respeto o la senda de la compasión. Cuando
nos amamos, amamos a los demás… porque vemos en los demás la misma luz que vive
en nosotros mismos. Y con esa misma luz nos convertimos en luceros que guían la
senda donde otros caminan. ¿No te has puesto a pensar en lo lindo que es
desearle algo bueno a alguien en silencio, y ver como la vida se lo cumple en
voz alta? Si caminas la ruta del amor al prójimo ¡Ya me dirás el resultado! El
amor encuentra su camino incluso a través de lugares donde ni los lobos se
atreven a entrar. No hay camino demasiado largo si estás caminando con la
persona que amas. Sin embargo, recuerda que el destino te pone en el mismo
camino que a otra persona, pero depende de los dos caminar juntos.