La mayor parte del estrés que padece la gente es consecuencia de
la mala administración de los compromisos que tienen o aceptan. Las personas
que peor utilizan su tiempo son las primeras en quejarse de su escasez. Las
cosas rara vez se paralizan por falta de tiempo; se paralizan porque no se ha
definido como hacerlas. La preocupación constante e improductiva que
experimentamos por todo lo que tenemos que hacer es lo que más tiempo y energía
consume. Kekich decía que: “La ansiedad es consecuencia de la falta de control,
organización, preparación y acción”. Aparta los pensamientos responsables del
estrés y concéntrate en algo bonito o neutro. Por ejemplo escuchar música o un
hobbie. Que descansada vida la del que huye del mundanal ruido y sigue la
escondida senda, por donde han ido los pocos sabios que en el mundo han sido. El
arte de mantener la mente descansada y de ahuyentar de ella toda congoja y
preocupación es, según Hatfield, uno de los secretos mejor guardados de los
grandes hombres. Deja que la mente se calme y el corazón se abra. Entonces todo
será muy diferente. Medita, descansa tu mente e inicia un sincero dialogo con
tu alma. Muchos se preparan para la actividad, para la ambición, para la prisa,
para la eficiencia. Tú prométete y prepárate para descansar y dedicarte el
tiempo que necesitas.