Eres lo que haces, no lo que dices que vas a hacer. La verdad por
lo general no se oye ¡Se ve! Tus comportamientos hablan por ti, te delatan, te
señalan. La gente no está interesada en la labor del parto ¡Quieren ver al bebé!
Si lo que haces y dices no es compatible, no eres creíble. ¿Mientes, careces de
valor y te escondes en frases? ¡Eso eres y eso haces! En este mundo nadie está
demasiado ocupado ¡Es cuestión de prioridades! Si haces un trabajo aburrido,
estúpido y monótono, lo más probable es que acabes siendo aburrido, estúpido y
monótono. Cuando eres un entusiasta sobre lo que haces, sientes energía
positiva ¡Es muy simple! Si no eres apasionado por lo que haces, no tienes una
profesión, tienes un trabajo. No importa lo que digas ni cómo te justifiques;
eres lo que haces. Ahora, no solo eres responsable de lo que haces, sino de lo
que no haces, de lo que no defiendes y de lo que callas. Recuerda que no eres
libre cuando haces lo que quieres, eres libre cuando expresas lo que quieres. Tampoco
hagas nada por un beneficio personal. Francisco de Quevedo dijo: “Si haces bien
para que te lo agradezcan, mercader eres, no bienhechor; codicioso, no
caritativo”.