¿Cuántas veces has mirado al cielo con los ojos llenos de lágrimas
pidiendo a Dios fuerza para continuar? ¿Sabías que los milagros ocurren cuando
sustituyes las lágrimas por oración, y el miedo por la fe? Las cosas buenas llegan
a los que saben esperar. Las mejores, a los que no se rinden, y luchan. Y las
grandes bendiciones, a los que creen. Algún día tus ojos verán aquello que
tanto le pediste a Dios. Lo que logres de pie, agradécelo de rodillas. Lo que
no consigas hablando, hazlo orando. Lo que tú no puedas hacer, deja que Dios lo
haga por ti. Y aunque no puedas presumir de tu amor por Dios, porque le fallas
a diario, puedes presumir de su amor por tí, porque Él nunca te falla. A veces
tiras la toalla al piso, Dios la toma y la coloca en tus manos y te dice: “No
olvides que esta lucha es de los dos” Recuerda que: ¡Dios le da las peores batallas
a sus mejores guerreros! Decide dejar de resistir, para que lo que tenga que
doler, duela. Lo que tenga que nacer crezca y lo que tenga que ser, sea… Cuando
piensas en positivo, cosas buenas ocurren. Robín Tagore decía: “Tengo mi propia
versión del optimismo. Si no puedo cruzar una puerta, cruzaré otra o haré otra
puerta. Algo maravilloso vendrá, no importa lo oscuro que esté el presente”.