El bien común se materializa
en las miles de decisiones diarias de aquellos que nos gobiernan. Una
decisión equivocada violenta y lesiona la colectividad. Hay dos móviles que
llevan a las personas a asociarse al crimen organizado: La ambición por el
dinero fácil y la ignorancia de las implicaciones. Una vez adentro, ya no se
puede salir… Las consideraciones de la persona inteligente siempre incluyen el
analizar objetivamente el beneficio y el daño. Sin embargo muchos ceden a la
tentación y se cumple lo dicho por Ovidio: Veo el mal y lo desapruebo, pero
hago el mal. La disposición de engañar, de hacer trampas o aprovecharnos de la
indefensión del otro es una triste constante en la historia humana. En tanto
crezca la impunidad, habrá mayores incentivos para pasarse del lado de la
ilegalidad. La impunidad premia el delito, induce a su repetición y le hace
propaganda: estimula al delincuente y contagia su ejemplo. Más que leyes y
controles se debe despertar en lo más profundo de la conciencia del individuo
el discernimiento, no solo para diferenciar lo correcto de lo incorrecto sino
también para que pueda refrenarse para actuar indebidamente. El grado en que
los miembros de una sociedad reconozcan las leyes naturales y vivan en armonía
con ellas, determinara que avancen hacia la supervivencia y la estabilidad o
hacia la destrucción.