sábado, 17 de junio de 2017

Retrouvailles


Una de las mejores sensaciones de la vida, es abrazar a una persona después de haberla extrañado tanto. Ese deseo de volver a verse después de tanto tiempo les hace recordar el roce de sus labios y las caricias que se daban. Dos seres perfectos en distancias equivocadas que solo piensan en verse, sin saber en qué lugar, ni en que estación o circunstancia. Sin saber si hoy, mañana, en unos años o en algún otra vida ¡Sin saber si siendo ancianos! Solo piensan en verse de algún modo; en algún tiempo en que sus destinos coincidan nuevamente. Solo piensan en eso, en reencontrarse. Es cierto que ya no son los mismos, son como dos extraños… sin embargo tienen algo en común: ¡Un recuerdo! Ernesto Sabato decía: “Pensé tanto en ella, durante esos meses, imaginé tantas cosas, que al verla, no supe que hacer”. ¿Qué hacer ante esa sensación de que alguien te espera? ¿Que está deseando que pasen las horas para verte? ¡Estar juntos! Explicarse las cosas que pasan por la cabeza de ambos y conocer la opinión de uno y otro. “A veces tengo la idea ridícula de que todo esto es una ilusión y que vas a volver. ¿No tuve ayer, al oír cerrarse la puerta, la idea absurda de que eras tú? ¿Sabías que a menudo pienso en ti? Un poco en la mañana, un poco a mediodía, un poco por la tarde y un poco por la noche. No quiero volver a verte… ¡Quiero verte volver! Y comenzar el primer día del resto de mi vida…