A todo o nada, sin términos medios. Hacerlo todo o no hacer nada,
porque a medias no sirve. Conquistar el mundo o acostarme a dormir. Así es el
amor, como el déspota más orgulloso del mundo; si no puedes, no puedes, y se
acabó. Si eliges no querer ahora, no te aseguro que podrás elegir querer después.
Blanco o negro, no sirve el gris, o el amor que das es tanto como el que
recibes, o… mejor nada. ¡Pero no exijas nada! Si no sirve bótalo, si no te llena,
derrámalo. Y si le gusta otra, regálalo. Pero un amor a medias ¡Naranjas! Ni segunda
opción, ni a ratos o de vez en cuando, ni amor compartido, ni a turnos, ni en
base a promesas, mucho menos con indecisiones. O nos amamos cuando estamos
demasiado lejos o demasiado cerca; las distancias medias solo sirven para
amores a medias y nosotros nos amamos al límite; aquí se juega a trueno o no se
juega a nada. Nos enamoramos sabiendo lo que somos y sabiendo que nuestro amor
no iba a ser fácil. Extrañarse, verse partir y esperar el regreso no iba a ser fácil
pero el amor todo lo puede y seguiremos intentándolo las veces que sea
necesario, porque en la vida, al igual que en el amor, nadie dijo que sería fácil.
Puedo hacer cualquier cosa siempre y cuando sea contigo. Bailaré contigo,
aunque no me guste bailar y lo haré porque es contigo y con nadie más. Y para el que
se meta: ¡Golpes, tiros y patadas! Principalmente para aquellos que hacen uso
de la teoría creyendo que lo saben todo y nada les funciona. Nosotros vamos a la práctica y sin saber por qué ¡Todo nos funciona! Después de todo, nada ha
sido todo a pesar de que muchos crean que no ha sido nada. Después de todo o después
de nada sabemos que nada no era más que todo. Después de todo lo que hemos vivido
llego a la misma conclusión: A todo contigo o nada con nadie…