martes, 11 de diciembre de 2018

Talita Cumi


Jairo se encuentra viviendo uno de los momentos más difíciles de su vida (Lucas 8), ¡Su hija única de doce años se estaba muriendo! ¿De que le servía en este momento ser un “principal”, importante en su religión y presumiblemente muy rico? Se da cuenta que humanamente no hay nada que hacer y corre en busca de Jesús y se postra y ruega. Jesús permite que Jairo clame y suplique una y otra vez a fin de que este hombre exprese su fe públicamente. Inmediatamente en respuesta a esta actitud suplicante, el Señor acompaña al atormentado padre. ¡Pero una mujer con un mal incurable lo demora en el camino! Desesperada por ser sana, toca por fe a Jesús. Aunque la mujer sanó en el mismo momento en que lo tocó, Jesús le dijo que su fe la había sanado. La fe de Jairo es probada primero por la tardanza y posteriormente cuando le comunican que su hija ha muerto: “No molestes al más al Maestro”, Jesús se había retrasado por atender otros asuntos y ya era muy tarde. ¿Tarde? ¿Podría hacer algo Jesús? “Cree solamente”, es lo único que tienes que hacer, Jesús hace el resto, porque no hay nada imposible para El. El Maestro entró a la casa de Jairo en medio de tristeza e incredulidad de los presentes, entró al cuarto de la niña y le dijo: “Talita cumi”; que traducido es: “Niña, a ti te digo, levántate”. La muerte es un enemigo y el hombre está indefenso ante ella, pero Jesús siempre obtendrá la victoria sobre ella.