Jairo se encuentra viviendo uno de los momentos más difíciles de
su vida (Lucas 8), ¡Su hija única de doce años se estaba muriendo! ¿De que le
servía en este momento ser un “principal”, importante en su religión y
presumiblemente muy rico? Se da cuenta que humanamente no hay nada que hacer y
corre en busca de Jesús y se postra y ruega. Jesús permite que Jairo clame y
suplique una y otra vez a fin de que este hombre exprese su fe públicamente. Inmediatamente
en respuesta a esta actitud suplicante, el Señor acompaña al atormentado padre.
¡Pero una mujer con un mal incurable lo demora en el camino! Desesperada por
ser sana, toca por fe a Jesús. Aunque la mujer sanó en el mismo momento en que
lo tocó, Jesús le dijo que su fe la había sanado. La fe de Jairo es probada
primero por la tardanza y posteriormente cuando le comunican que su hija ha
muerto: “No molestes al más al Maestro”, Jesús se había retrasado por atender
otros asuntos y ya era muy tarde. ¿Tarde? ¿Podría hacer algo Jesús? “Cree
solamente”, es lo único que tienes que hacer, Jesús hace el resto, porque no
hay nada imposible para El. El Maestro entró a la casa de Jairo en medio de
tristeza e incredulidad de los presentes, entró al cuarto de la niña y le dijo:
“Talita cumi”; que traducido es: “Niña, a ti te digo, levántate”. La muerte es
un enemigo y el hombre está indefenso ante ella, pero Jesús siempre obtendrá la
victoria sobre ella.