Soy responsable de lo que soy, hago, digo, pienso y escribo. ¡No
de lo que otros deduzcan, perciban, lean, interpreten o entiendan! Yo no soy responsable de las películas
mentales de otros, de sus suposiciones ni de sus conclusiones equivocadas. Dejé
de dar explicaciones cuando comprendí que algunas personas solo entienden desde
su nivel de percepción y que cada uno se ajusta a su propia conveniencia. Soy
muy apasionado en lo que hago, aunque algunos lo llamen “Indirectas”. ¿No será
más bien que sus conciencias son afectadas? Algunos leen porque piensan que les
escribo, pero no es verdad. ¡Yo escribo porque sé que leen! Ahora, lo que piensen
de mí, es problema de ellos. Las alusiones de algunos no son mi responsabilidad
y tampoco me defino por las diferentes opiniones que los demás creen tener de mí.
Joaquín Sabina dice que: “Las opiniones son como un trasero, todos tenemos uno
y creemos que el de los demás apesta”. Hace rato que dejaron de afectarme
muchas cosas, y aunque tengo motivos de sobra para tapar muchas bocas, elijo mi
paz. No me queda la menor duda que algunos hablan por hablar y ¡Otros por
aparentar! Lamento ser tan “difícil”, es la única palabra que encuentro para
definirme, difícil en cuanto a mi forma de ser, pensar, tratar, querer y
soportar. ¡Créanme, se lo que soy! Pero estoy tan enamorado de mí mismo que aún
no conozco mis rivales.