San Pablo dijo en una ocasión: “No debáis a nadie nada”. Si no
debes no tienes que pagar caso contrario, paga a todos los que les debáis. No
se trata de que tú no debas poseer nada ¡Es que nada te posea a ti! Ni el amor
es una jaula, ni la libertad es estar solo. El amor es la libertad de volar
acompañado, es dejar ser sin poseer. Si todos pudiéramos amarnos a nosotros
mismos como nos gustaría que nos amasen, entonces no permitiríamos que nuestra
hambre de amor tomase decisiones por nosotros. Ten cuidado de aquellos vínculos
que generen, sin quererlo, ciertas ataduras que conllevan a expectativas que
nunca se podrán hacer realidad. Si adquieres una deuda que no vas a cumplir, lo
único que logras, es destrozar la ilusión de alguien que cree en ti. Fácil es
prometerle algo a alguien. Difícil es cumplirle esa promesa… No ilusiones con
palabras, si vas a desilusionar con tus actos. No hay que prometer nada porque
las promesas son horribles ataduras, y cuando uno se siente amarrado tiende a
liberarse, eso es fatal. Toda deuda se paga, así que ten cuidado si vas a
endeudarte. Nunca le debas nada a nadie porque no sabes cuándo tendrás que
devolver el favor. Recuerda que la vida es como un restaurante, nadie se va sin
pagar las deudas. No hay plazo que no llegue, ni deuda que no se pague… ¡Todo
tiene su hora!