¡El Salvador —sí, ¡el Mesías, ¡el Señor— ha nacido hoy en Belén,
la ciudad de David! Y lo reconocerán por la siguiente señal: encontrarán a un
niño envuelto en tiras de tela, acostado en un pesebre». De pronto, se unió a
ese ángel una inmensa multitud —los ejércitos celestiales— que alababan a Dios
y decían: «Gloria a Dios en el cielo más alto y paz en la tierra para aquellos
en quienes Dios se complace». Lucas 2: 11–14