lunes, 24 de diciembre de 2018

Transparencia


Nunca presumas de lo que no eres. Más vale ser una persona transparente que estar lleno de mentira. Nadie está obligado a ganar o a ser exitoso, pero si a vivir a la altura de la luz que tiene. La transparencia obliga a actuar con rectitud y sinceridad en todas las circunstancias independientemente de si se es visto o no. Una persona que se siente digna no es intachable, sino transparente; no busca aparentar sino ser. A la mentira le gusta tener muchos vestidos, pero la transparencia es desnudar el alma, dejar caer “las máscaras”, bajar las armas. Y aunque nos haga parecer vulnerables debemos ser transparentes de cualquier forma. Es preferible la verdad a la mentira, la realidad a la apariencia y la sinceridad a la hipocresía. El problema con la falta de transparencia es que produce desconfianza y un profundo sentido de inseguridad. No hay cirugía plástica para la dignidad ni liposucción que elimine la vergüenza. No hay botox que esconda la deshonra ni marca de ropa que cubra el descaro. No hay doctorados ni títulos que concedan honorabilidad cuando esta no es demostrada. Al final, no hay cuenta bancaria suficientemente grande que suplante la transparencia de la mirada. Se es transparente cuando coincide la apariencia y la realidad, cuando se puede ver por dentro con solo mirar de frente.