miércoles, 12 de diciembre de 2018

Resurrección y vida


El apóstol Pablo hace mención de la resurrección de Cristo (1 Corintios 15) la cual es probada por el testimonio de las escrituras y por la aparición a testigos durante 40 días. Tres años más tarde el mismo Pablo fue testigo ocular (Hechos 9) de una aparición de Jesús después de la resurrección. Si no hubiera resurrección, no habría salvación, porque ¡un Salvador muerto no puede salvar a nadie! Si Jesús no hubiera resucitado de la muerte, los cristianos no habrían podido obtener el perdón de sus pecados y por lo tanto no tendrían esperanza de vida eterna. El cristianismo depende completamente de la real resurrección del cuerpo de Cristo; de otra forma, sería un engaño. Cristo resucitó, vive e intercede por nosotros. Porque resucitó y venció la muerte, también nosotros resucitaremos. Aunque Cristo no fue el primero en resucitar de la muerte, fue el primero que nunca volvió a morir. ¡El primero de una gran cosecha que aún no ha venido! ¿Y cómo resucitan los muertos en Cristo? ¡Igual que las plantas! La semilla plantada en la tierra muere para llevar fruto, y el fruto, aun cuando se identifica con la semilla original, es diferente a la misma. ¡Dios le dio un nuevo «cuerpo»! El cuerpo que se coloca en una tumba se descompone en cambio el cuerpo de resurrección no se descompondrá, tendrá poder y gloria. ¿Cuándo resucitarán los muertos en Cristo? Cuando Cristo vuelva, los muertos resucitarán primero, los vivos serán arrebatados y todos serán transformados. No puede haber victoria en el sepulcro, porque Cristo un día vaciará las tumbas y levantará a los suyos en el poder de su resurrección. Dios cambió la aparente victoria de Satanás en fracaso cuando Cristo resucitó de la muerte. ¡La muerte ha sido vencida y nuestra esperanza va más allá de la tumba! ¡Gracias a Dios por la victoria que tenemos en la resurrección de Cristo!