Thomas Fuller decía que: “Nadie sabe cuánto pesa la carga de otro”.
Nadie puede exactamente saber cómo te sientes. Puedes contarles a otros toda tu
historia, puedes describirles cada pequeño sentimiento y cada pequeño detalle.
Pero ni eso será suficiente para que te entiendan. Nadie sabe las goteras de
una casa hasta que está adentro. Todos hablarán, todos opinarán, todos
comentarán, pero nadie sabe realmente lo que hay dentro de ti. No conocen tu
verdadero yo, ni saben cuántas veces has llorado. Nadie conoce los pensamientos
que han pasado por tu cabeza. Nadie sabe cuándo no quieres continuar o cuándo
no puedes parar de estar triste. ¿Saben ellos cuando no puedes dormir, que
necesitas o cuando pierdes energía para todo? ¡Claro que NO! Un proverbio
italiano dice que nadie sabe lo que hay en la olla más que la cuchara que la
menea”. Nadie sabe cuándo sufres. Podemos estar parados a tu lado sin saber que
estás completamente destrozado por dentro, porque nadie sabe la batalla interna
que cada persona lucha. ¡Nadie sabe a quién le aprieta el zapato! Tu dicha o tu
dolor no se la dices a nadie, por eso nadie sabe cuándo estás gozando o cuando
estás herido y cuando más grande es la herida, más privado es el dolor. Nadie
sabe lo que te duele, solo tu alma y es muda… ¿Cómo te sientes? ¡Nadie lo sabe
realmente! Será el tiempo el que se encargue de darte el consuelo que nadie
sabe darte.