Antes creía que ser inteligente era ganar cualquier discusión.
Ahora entiendo, ha de ser por la edad, que inteligente es no provocarlas y que
es mejor pensar bien antes de empezar una pelea, porque a veces es mejor tener
paz que tener razón. La única forma de salir ganando de una discusión es
evitarla. Largas discusiones revelan que ninguno de los dos tiene la razón,
mucho menos cuando terceros se involucran. Decía Napoleón Hill que: “Cada discusión
tiene al menos tres puntos de vista: El tuyo, el del otro y el de los demás”. Este
último punto de vista me tiene sin cuidado… principalmente cuando existen
personas que solo buscan molestarte como si fueras un basurero que recibe la
pudrición de otros. Seguir discutiendo es igual que montar en una bicicleta estática.
Te esfuerzas, sudas, te cansas, te agotas y al final no te lleva a ningún lado.
A partir de hoy callaré… ¡Eso no quiere decir que otorgue nada! No se si es cansancio,
madurez o resignación, pero hay cosas que ya no quiero discutir más. Controlaré
mis palabras y mis actos. Me dominaré con el fin de evitar dañar a otros y a mí
mismo. Conservaré la calma porque el apasionamiento convierte el error en falta
y la verdad en descortesía. Ya no me enojaré. Solo observaré, pensaré, me
decepcionaré y me alejaré. ¡Fin del tema!