Entre más años tienes, más te das cuenta que ya no deseas tener
dramas innecesarios y conflictos exhaustivos. Solo deseas un lugar donde
sentirte en paz y con personas que te generen paz. No hay nada más maravilloso
que vivir en una casa en que reine la paz, el orden, la tranquilidad, el deber,
la buena conciencia, el perdón y el amor. Entonces, te enfocas en ti, en tus
metas, en tu paz mental… sin dudas, sin remordimientos… Solo con unas ganas
enormes de volver a empezar de cero y ser feliz. Direcciones toda tu energía,
no en la lucha contra lo viejo, sino en la construcción de lo nuevo. Te reconcilias
internamente en todos los aspectos y te liberas de cualquier necesidad o carencia
que estés experimentando. Es lo contrario al egoísmo, porque las actitudes egoístas
provienen de sentirse limitado y carente. A cierta edad deja de impresionarte
los grandes cuerpos y te enamoras de las almas buenas. Comprendes que tal vez
amar es otra cosa. Es sentirse ligeros y libres. Aprendes que no es la riqueza
ni el esplendor lo que te da la felicidad ¡Es la tranquilidad! La cual no es
negociable. Porque la auténtica libertad es sentirse en paz con uno mismo, a
pesar de las dificultades. Es imposible
separar la paz de la libertad, porque nadie puede tener paz si no es libre. ¡Sentirse
en paz significa que has tomado la decisión correcta! Dejas que la mente se
calme y el corazón se abra. Entonces miras todas las cosas de una manera muy
diferente. La calma es tal que llegas a asemejarte a un árbol que da sombra.
Todos aquellos que necesitan refugio se acercan a ti. Y en vez de dejar
arrastrarte por todos aquellos hacia sus propias tormentas, terminas atrayéndolos
hacia tu paz.