Jesús dijo: “Donde esté tu tesoro, allí estarán también los deseos
de tu corazón”. Dicho de otro modo: “Si quieres saber dónde está tu corazón…
mira con que se distrae tu mente”. Cuando ante ti se abren muchos caminos y no
sabes cual recorrer, no te metes en uno cualquiera al azar: Te sientas y
aguardas. Respiras con la confiada profundidad que respiraste el día que
viniste al mundo, sin permitir que nada te haga dudar; aguardas y aguardas más aún.
Te quedas quieta, en silencio, y escuchas a tu corazón. Y cuando te habla, te
levantas y vas donde él te lleve. ¡Porque donde está tu corazón es el centro de
tu vida! Y vuelves al mismo lugar todas las veces que sea necesario porque es ahí
donde sientes algo y olvidas todo. Es la única voz que tiene la facilidad de
enloquecer los latidos de tu corazón. La única sonrisa que controla tus ánimos.
Es ahí en donde tu estómago se convierte en un remolino de mariposas. Es ahí el
único lugar del mundo en donde te atreves a hacer lo que no harías en ningún otro
lado. Donde está tu corazón te vuelves china de risa, ebria de nada y te sientes
completa. Rechazas y te perdonan. Te equivocas y te acogen. Cuando los demás no
pueden contigo, te abren la puerta. Si estás feliz celebran contigo. Si estas
triste no sonríen hasta que te hagan reír. Todo se reduce a la última persona
que piensas en la noche, ¡Allí es donde está tu corazón!