Sin prisas las cosas llegan a su lugar… Sin prisa, porque lo que
vale la pena no se apresura. Se disfruta de a poquito, con paciencia y sin
presiones. ¡Todo llega para quien sabe esperar! No llega antes el que va más rápido
sino el que sabe dónde va. Debes aprender que no importa lo despacio que vayas,
lo importante es no parar… saboreando cada paso. ¡Sin prisa, pero sin pausa! El tiempo es tuyo, por eso cambia el reloj por
una brújula para tener el norte claro. Evita correr porque al final del camino,
a todos nos espera el mismo destino. Tarde o temprano te darás cuenta que después
de tantas carreras y agites, la vida se va y con ella se va la prisa. Ve
despacio, entendiendo que a donde tienes que llegar es a ti mismo. Hace poco aprendí
que la paciencia no es la capacidad de esperar, sino cómo debo comportarme
mientras espero. Por eso, ahora mis días transcurren con normalidad, los fines
de semana no los paso mal ni me pongo a extrañar. El miedo a la soledad ya se
fue, ya puedo sentarme con ella a tomar un café. Después de todo, estar solo, también
es una etapa de regocijo y felicidad. Una etapa donde uno puede encontrar paz
interior y tranquilidad. Y claro que sigo creyendo en el amor, pero por ahora,
encontrarlo no es mi prioridad; mi prioridad es mi estabilidad emocional, y por
el momento estoy bien así, dedicándome tiempo y preocupándome más por mí. No
estoy preocupado por llegar al horizonte, prefiero disfrutar el camino. ¡No tengo
tiempo para tener prisa!