domingo, 11 de noviembre de 2018

Escúchate


Tu boca es un indicador de lo que hay en tu corazón. Por eso es importante que hagas un alto y que te escuches. Recuerda que de la abundancia del corazón habla la boca. Y las palabras no se las lleva el viento. La lengua es una espada de doble filo, con ella podemos bendecir o maldecir, edificar o derribar, animar o abatir, transmitir vida o muerte, aceptar o rechazar, perdonar o condenar. Si te pasas la vida llorando y maldiciendo, eso será tu vida. Mejor cambia el rumbo; sonríe, bendice y podrás tener paz. Cada vez que alguien te maldice, se activa la bendición de Dios para tu vida. Dios cambia la maldición en bendición porque Él te ama. ¡Y lo que Dios bendice, no lo maldice nadie! Nadie derrumba a quien Dios levanta. Nadie derrota a quien Dios protege. Nadie avergüenza a quien Dios respalda. De Dios es la venganza… El pagará. Peor aún, ¡Dios maldecirá a los que te maldigan! Lo único que debes hacer es amar a tus enemigos, bendecir a los que te maldicen y perdonar a los que te hieren. Si lo haces, tal vez, todo el que te dañe alcance misericordia divina…