La mayor prisión en la que la gente puede vivir es el miedo de lo
que otras personas puedan pensar. ¡Es una forma de esclavitud socialmente
aceptada! Cohelo decía que: “La auténtica libertad es liberarse de la opinión
de los demás. Si no te importa lo que piense la gente, ya diste el primer paso
del éxito”. Dejemos de permitir que gente que hace tan poco por nosotros
controle tanto de nuestra mente, de nuestros sentimientos y de nuestras
emociones. No nos dejemos llevar por el miedo a las habladurías, por ese estúpido
“que dirán”. El qué dirán de unos cuantos a los que nada debemos, que nada nos
dan ni nos darán. Algunos dirán que no fuimos mucho, otros dirán que no fuimos
nada. Lo que digan los demás que carajo importa, si solo nosotros nos
conocemos, como los lunares se conocen con los besos. Que hablen bien o mal, lo
importante es que hablen de nosotros. Aunque confieso que me gusta que hablen
mal, porque eso significa que las cosas nos van muy bien. De los mediocres no
habla nadie y cuando lo hacen, solo dicen maravillas. Confiemos en nosotros
mismos, cuando lo hagamos, la confianza que tenemos en nuestro interior se
reflejará también en nuestro exterior. ¡Las críticas no tendrán efecto en
nosotros! Mientras los demás estén hablando, triunfaremos en silencio. ¡Es
tiempo de enfocarse en lo que realmente importa!