Cuando Omar, hijo de al-Khattab, se convirtió al islamismo, quiso
que la noticia de su conversión se difundiera con la mayor rapidez posible. Fue
a ver a Jamil, hijo de Ma’mar al-Jumahi, famoso por la rapidez con que se transmitía
los secretos. Cuando se le revelaba algo en confianza, de inmediato informaba
de ello a todo el mundo. Omar le dijo “Me he convertido en musulmán. Pero no
digas nada; mantelo en secreto. No se lo menciones a nadie”. Jamil salió a la
calle y comenzó a gritar a voz de cuello: “¿Ustedes creen que Omar, hijo de
al-Khattab, no se ha convertido en musulmán? ¡No lo crean! ¡Les aseguro que se
ha convertido!”. La noticia de la conversión de Omar al islamismo se difundió a
los cuatro vientos, tal como Omar lo había deseado. Un aplauso por todos
aquellos que a la hora de difundir una noticia, son más rápidos que el
Internet.