El mundo es un sitio peligroso y los enemigos acechan por doquier;
¡Todos necesitan protegerse! Una fortaleza se presenta como la alternativa más
segura. Pero el aislamiento lo expone más de lo que lo protege de los peligros
que lo rodean, ya que lo aísla de información valiosa. Al retirarse a su
fortaleza pierde contacto y no se enterará de lo que sucede a su alrededor. En
lugar de estar más seguro, se apartará del conocimiento del cual depende su
propia vida. ¡Nunca se aleje tanto de las calles como para no escuchar lo que
sucede a su alrededor! Pensada para defenderlo, la fortaleza en realidad lo aísla
de cualquier tipo de ayuda y coarta su flexibilidad. Las fortalezas son
inexpugnables, pero una vez que se ha encerrado en una, todos saben que usted está
allí. ¡Su fortaleza se convierte en una prisión! El ser humano es por naturaleza
una criatura sociable y depende de la interacción y la circulación social. La mayoría
de las personas, cuando se sienten amenazadas, temen el peligro. En esos
momentos tienden a batirse en retirada, cerrar filas y aislarse, lo que los
vuelve paranoicos. El doctor Samuel Johnson decía que: “Un mortal solitario es
sin duda lujurioso, probablemente supersticioso y posiblemente loco”. En
momentos de incertidumbre y peligro, usted debe combatir su deseo de introversión
y, por el contrario, tornarse más accesible. El contacto engendra gentileza en
cambio el aislamiento genera torpeza en sus gestos y conduce a que la gente
comience a evitarlo.