martes, 9 de enero de 2018

Gracia y facilidad


¿Quién no enmudece ante el destello del relámpago en el cielo? ¿Ante una repentina inundación o a la rapidez y ferocidad de un animal salvaje? ¡La naturaleza nunca revela sus trucos! Nos impresiona por su aparición repentina, su gracia natural y su poder sobre la vida y la muerte. A través de la ciencia y la tecnología, hemos recreado la velocidad y el poder sublime de la naturaleza, pero hay algo de lo que ese poder carece: nuestras maquinas son ruidosas y muestran con claridad el esfuerzo que realizan. Ni las mejores creaciones de la tecnología pueden apagar nuestra admiración por las cosas que se mueven con gracia y sin esfuerzo. Tal es el caso de la voluntad que nos imponen los niños: un encanto seductor  que ejerce sobre nosotros una criatura menos deliberada y más graciosa que nosotros. Todos admiramos cualquier tipo de logro extraordinario, pero si es alcanzado con gracia y naturalidad nuestra admiración se multiplica, mientras que trabajar arduamente en lo que se está haciendo  y alardear de los grandes esfuerzos realizados demuestra una extrema falta de gracia y resta valor a todo lo que se hace, por más meritorio que fuere. Cuando miras a un caballo de carrera de cerca, observas la tensión, el esfuerzo por controlar el caballo y la dificultosa respiración. Pero de lejos, desde donde estamos sentados, solo se ve su gracia y su casi vuelo por el espacio. Mantén a otros a distancia, y que solo vean la gracia con que te mueves. Esa gracia y facilidad genera admiración en los demás y les hace creer que puedes lograr o hacer más.