El mejor engaño es aquel que aparenta ofrecer opciones al otro:
sus víctimas sienten que controlan la situación, pero en realidad no son sino títeres
en sus hábiles manos. El engañador presenta opciones que siempre le sean
favorables, independientemente de cuál de ellas elijan los demás. Estos últimos
son obligados a optar entre el menor de los males logrando que cualquiera de
las elecciones resulten a favor del engañador y en perjuicio de los electores. Cuando
se examina con detenimiento esta “libertad de acción”, caemos a cuenta que las
opciones que se presentan en la política, en el trabajo, en el amor, etc.,
contiene grandes limitaciones. A menudo se trata simplemente de optar entre A y
B, mientras que el resto del alfabeto queda fuera del espectro. “Elegimos” para
creer que se está jugando limpio y que gozamos de libertad. Hay un dicho que
reza: “Si puedes lograr que el pájaro entre en la jaula por su propia voluntad,
mucho más bello será su canto”. Cuando la gente puede elegir entre varias
alternativas le cuesta creer que se trate de una manipulación o un engaño. Sin
embargo se olvidan, que cuando el toro nos acorrala con sus “cuernos”, no solo
un cuerno, del que quizá sería posible escapar, sino un par de cuernos, que
atrapan sin remedio. Vaya hacia la derecha o hacia la izquierda, siempre correrá
al encuentro de esas agudas puntas que lo atravesarán.