miércoles, 24 de enero de 2018

Nudo en la garganta


Todos odiamos ese pequeño nudo en la garganta que no deja decir lo que queremos, que nos cristaliza los ojos y nos avisa que estamos a punto de llorar. Un mar a punto de desbordarse, de ahí su sabor a sal… Un nudo en la garganta y el insomnio no da tregua, solo derramas lagrimas sobre tu almohada. Cuando las cosas se rompen, no es el hecho de que se rompan lo que impide que vuelvan a repararse. Es porque pequeñas piezas se han perdido, los extremos ya no pueden encajar otra vez aunque quisieran hacerlo, toda la forma ha cambiado… Si mi sonrisa mostrara el fondo de mi alma, mucha gente al verme sonreír lloraría conmigo. ¿Y lo peor de todo? Fingir que todo está bien… aunque tenga roto el corazón, la mirada cansada y un nudo en la garganta que duele más que si me estuvieran ahorcando. Un nudo en la garganta que me asfixia y no me deja respirar como consecuencia de no sacar lo que duele a tiempo: las lágrimas, las personas, las palabras… Lo que no decimos se nos acumula en el cuerpo, se convierte en nostalgia, en error, en duda, en insatisfacción. Lo que no decimos no se muere… nos mata con un nudo en la garganta. Una sensación de tristeza cuando crees que nada tiene sentido en esta vida. Alguien sabe ¿Cómo se desenreda un nudo en la garganta? ¿Respirar hondo? ¿Tratar de calmarme? ¿Mirar al cielo y decir: No me voy a poner mal? Que alguien me diga quien conoce un trago más amargo que tragar un nudo atado a su garganta.