martes, 9 de enero de 2018

El talòn de Aquiles


Todo individuo tiene un punto débil, una fisura en la muralla que rodea su fortaleza. Por lo general, esa debilidad es algo que le causa inseguridad, o una emoción o una necesidad que lo supera. También puede ser un pequeño placer secreto. Algunas personas demuestran abiertamente sus debilidades; otras tratan de disimularlas. Quienes las disimulan suelen ser los que más rápidamente se desmoronan cuando alguien encuentra un hueco en su armadura. Sigmund Freud decía que: “Ningún mortal puede guardar un secreto. Si sus labios callan, parlotea con las yemas de los dedos; se delata a través de todos los poros”. ¿Sabía que la mayoría de las debilidades se generan en la infancia, antes de que el yo construya defensas para compensarlas? A medida que el niño crece, esa flaqueza puede reprimirse, pero nunca desaparece. Otra debilidad se hace manifiesta en aquellos que hacen alarde de coraje cuando en realidad son grandes cobardes. Otros son presa de inseguridad e infelicidad así como de emociones incontrolables como el miedo paranoico, la lujuria, la codicia, la vanidad o el odio. Ya que todos procuramos ocultar nuestras debilidades; es muy poco lo que revela el comportamiento consciente de una persona. Sin embargo, tarde o temprano el talón de Aquiles queda al descubierto... Jesús dijo: “Todo lo secreto tarde o temprano se descubrirá, y todo lo oculto saldrá a la luz y se dará a conocer a todos”.